Cuando hablamos de albariño, nos referimos tanto a la variedad de uva como al vino que con ella se elabora. A pesar de que a veces podamos leer «uva albariña», el término correcto siempre será «albariño».
En otros lugares, este tipo de uva también se conoce como «galega», «galeginho» o «alvarín blanco».
- Origen y expansión
¿De dónde procede esta uva tan particular y característica de Galicia?
La historia más extendida, y también la más cuestionada por la historiografía actual, señalaba que la albariño llegó a la zona de las Rías Baixas de la mano de los monjes cistercienses de Cluny en el siglo XII: desde Francia, se asentarían en el monasterio de Armenteira e implantarían el cultivo de la uva que traían desde Cluny.
No obstante, se ha demostrado que la albariño ya estaba presente en Galicia en el siglo V, traída por los suevos y visigodos desde Centroeuropa.
Sin embargo, sí que se debe a los monjes cistercienses el refinamiento en los cultivos y procesos del albariño: hasta la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, la mayor parte de las tierras de cultivo estaba en manos de la Iglesia, y por lo tanto, la producción de vino.
- Características y elaboración: champenoise y lías
Poco a poco, el reconocimiento del albariño traspasó las fronteras de Galicia. A principios del siglo XX se comercializó como «Champán Galicia» ya que se usa en su elaboración la técnica del «champenoise», propia de los vinos espumosos naturales de la región de Champagne.
La uva albariño se caracteriza por su acidez y frescor aromático, a lo que debemos añadir la untuosidad y volumen que le proporciona la crianza en lías. Las lías son los restos de levadura frementada y otros residuos que al terminar su proceso mueren y comienzan la autolisis: una descomposición, principalmente de su pared celular, que aporta grandes matices al vino.
Os dejamos el enlace a la ficha de cata que ofrece la D.O. Rías Baixas: https://doriasbaixas.com/…/ficha%20de%20cata%20descargable.…
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